¡Hola a tod@s!
Esta entrada va, como bien indica el título, sobre las reacciones de la gente cuando me hablan con la mascarilla puesta y yo me quedo intentando entender que dicen -sin éxito la mayoría de veces-, y finalmente necesito decir que necesito leer los labios. Bien, a partir de este momento, hay varias reacciones que me he encontrado. Algunas vienen juntas, otras por separado, según la comprensión o la perspicacia (o falta de ella) de la gente. Las voy a enumerar:
- Siguen hablando > tengo que explicar mejor que no oigo bien, que no sigan y que necesito leer los labios.
- Negación de la posibilidad de bajarse la mascarilla, por temor o por verlo fuera de lugar (entiendo que dicen que «no», la mayoría de veces soy capaz de entenderlo «oyéndolo») > tengo que decir que en tal caso será complicado que le entienda, debido a mi sordera. La última opción sería coger un papel y lápiz o bien transcripción de voz por móvil, por ejemplo. A veces terminan bajándosela, no siempre. Cuando no, me voy y ya está.
- Hablan más despacio o más fuerte (o eso me parece, ya que no puedo decirlo con seguridad al llevar ellos la mascarilla, aunque intuyo esto) > negando con la cabeza con resignación, tengo que repetir nuevamente que necesito leer los labios, que no me voy a enterar, que llevo audífonos.
- Se bajan la mascarilla enseguida (¡wow!) e incluso me comentan o preguntan lo difícil que tiene que ser para mí sobrellevar esta situación constantemente > les explico que sí, que en nuestro caso es complicado y que personas como éstas nos facilitan la vida, que gracias por la comprensión.
- No entienden lo que les digo y empiezan con gestos pero sigo sin entender lo que me quieren decir la mayoría de las veces, otras entre lo que oigo y lo que intuyo, puedo llegar a «captar el mensaje» > pregunto en función de lo que me ha parecido entender y así vamos haciendo… (por lo menos intentan hacerse entender… ^^), hay que valorarlo positivamente. Si supieran algo de lengua de signos, ya sería increíble…
Estas son las principales reacciones que me estoy encontrando. Bueno, y por supuesto personas que se olvidan, y del mismo modo que se la bajan automáticamente para hablar conmigo, otras veces se les olvida y tengo que recordarlo con un gesto.
Y por último, está aquella persona que dispone de una mascarilla transparente y cuando sabe que hablará conmigo, se la pone, sino, no. Un detalle. Aunque tengo que decir que en la inmensa mayoría de las veces, la opción más cómoda y práctica es bajarse la mascarilla. Y ello implica, como ya he comentado en otras entradas, guardar la distancia de seguridad, que no suele haber problema en la mayoría de los casos. Esto sería un… 85% de las veces o más, pero siempre hay este pequeño porcentaje que se resiste y hay que respetarlo aunque no sea justo para nosotr@s como colectivo con necesidades especiales en este caso.
Os cuento la última anécdota: Yendo al médico, cuando quise asegurarme de la puerta a la que tenía que acudir (a veces hay cambios y si me llaman de otra puerta sería imposible que me enterase…), en una de las mesas/mostradores de información/consultas, me pidieron el DNI (tras preguntar varias veces lo entiendo, también porque lo recuerdo de antes de la pandemia, que lo suelen pedir para saber los datos de la persona) y todo bien. Pero después de la visita, tuve que volver para coger cita para otro día, de nuevo me pidió el DNI y más cosas y ya no entendía lo que decía. A mi lado había un señor sentado, en otra mesa haciendo otra consulta. En todas las mesas hay una pantalla transparente separadora. Le comenté al que atendía en el mostrador que necesitaba leer los labios, y me repitió lo mismo (supongo). Le volví a decir que no le entendía, que necesitaba leerle los labios, esta vez señalándome la boca, y que tenía que bajarse la mascarilla. Me dijo que no se la iba a quitar (lo entendí). Me quedé algo perpleja y le dije que era la primera vez en un centro médico que me decían que no, y que bueno, pues que me lo escribiera. Tras esto, lo que hizo fue apartarse de su puesto de trabajo y situarse a mi lado, como si fuera un problema de distancia, con la mascarilla puesta. Negué con la cabeza, y le expliqué y señalé mis audífonos, diciéndole que no oigo bien y que necesito leer los labios, sino no le entiendo. Solo entonces entendió mi situación y dijo «Aaahh..», y ya se volvió a poner tras la pantalla, se bajó la mascarilla y pudimos comunicarnos con fluidez. El señor que estaba sentado a mi lado se puso a reír, y yo con él. La verdad es que al final fue gracioso porque a mi me extrañaba que no se la bajara, y ya sé que algunas personas no entienden lo que está pasando. Pero tratándose de personal sanitario, creo que a estas alturas ya deberían estar concienciados… y desde aquí lo reinvindico.
¿A quién más le ha pasado algo así y que al final haya tenido que tomárselo con humor? ¡Seguro que a muchos!
Por cierto, por si os habéis preguntado qué tiene que ver la imagen de la entrada, me pareció divertida simplemente. Para mí, guarda cierto paralelismo con la sorpresa que expresa una de ellas (me sorprenden algunas reacciones) y la otra le cuenta algo al oído que parece no poder ser escuchado en voz alta. En ambos casos, si bien la comunicación fluye, en nosotros, así, sería imposible. Si tienes la boca tapada, «nanai de la China». Y si me lo cuentas al oído, más de lo mismo…
¡Ánimo, el fin cada vez está más cerca…!
Un abrazo.