¡Hola a todos!
Muchas personas sordas o hipoacúsicas tenemos que tener en cuenta nuestras posibilidades reales a la hora de elegir una profesión que podamos ejercer de verdad en el futuro. No vale ser telefonista, por ejemplo. A no ser que esté adaptado, claro, y mucho ¡jaja! Pero no nos engañemos: hoy en día hay mucha competencia y la discapacidad auditiva es motivo de rechazo muchas veces a la hora de trabajar, a pesar del nivel de estudios que podamos tener.
Desde pequeña, siempre decía que de mayor sería médico de enfermedades tropicales, para ayudar o incluso ejercer en países en vías de desarrollo. Luego con el tiempo, sopesando varias opciones, se me fue quitando de la cabeza (lo veía muy complicado) y descubrí que me gustaba dar masajes. Por ello, vi el cielo y decidí poner mis esfuerzos en lograr entrar en Fisioterapia tras la selectividad. Pensaba que era una profesión en la que no hacía demasiada falta la interacción con el paciente y que, en todo caso, no podría ser tan complicada. En otras entradas os explico por qué la cosa no terminó a buen puerto.
Entonces, decidí estudiar Audiología protésica (antes se llamaba Audioprótesis), pensando que era muy interesante conocer mi misma problemática a fondo, conocer los aparatos auditivos y trabajar de ello: ¿quién mejor que yo para atender y comprender clientes que buscan lo mismo que yo, oír lo mejor posible? Después de eso, estudié Integración social, ya que las salidas profesionales me llamaban mucho la atención y creía que esta sería la definitiva. Pues de todas ellas, es la que más me ha gustado y más me ha servido. Gracias a ello, estuve más de un año en el extranjero y me enriqueció mucho.
A lo que iba, muchas personas sordas no ven la oportunidad de estudiar, ya que, para muchos, la comprensión lectora es un verdadero desafío. Por no hablar de la falta de intérpretes, o, en mi caso, de una persona que me dé apoyo en las clases. La cuestión es que, aún con una buena comprensión lectora y demás competencias, no es fácil decidirse por un estudio u otro y sentir finalmente que lo hecho ha sido en vano porque una vez terminado, nadie te emplea o te da una oportunidad.
Evidentemente hay decenas de opciones, todo depende del esfuerzo de uno y del apoyo. Pero si tras una entrevista, en la que parece que todo va bien, consideran (siempre lo comento al final, para ver si realmente sería candidata) que el hecho de no hablar por teléfono es un impedimento o un problema, una se frustra mucho y pienso que nunca trabajaré de lo que me gusta, de lo que he estudiado. Y os aseguro que eso nos pasa con mucha más frecuencia de la que nos gustaría. Me dicen que, si algún día hay una vacante adecuada para mí, en la que no deba hablar por teléfono, ya me dirán algo; pero sabes que no llegará ese día.
Por suerte, también hay puestos en los que se considera que donde uno no llega, llega el compañero y una persona con hipoacusia tiene más posibilidades de hacer su trabajo. En mi último trabajo pensaban así y aunque hacía mi trabajo estupendamente -palabras de compañeros y de los jefes-, el no poder hablar por teléfono y el no oír bien me descartó para renovarme el contrato. Fue una desilusión grande, una decepción. Yo creía que estaba todo bien…
Tras mis experiencias, creo que sería fundamental que existiera un tipo de servicio de asesoramiento específico para personas sordas, desde la Educación Secundaria, para saber qué nos gusta, qué vocación tenemos y las posibilidades reales de trabajar de ello sin sufrir ningún tipo de discriminación fruto de la falta de un sentido. Más que nada, para no «perder el tiempo» estudiando cosas si luego las posibilidades de incorporación laboral relacionadas son nulas. Evidentemente lo estudiado se lo lleva una y contenta de ello; pero si estudiamos para trabajar, no deberíamos de tener tantas trabas para poder hacerlo.
Me gustaría que el mercado laboral estuviese más adaptado técnicamente a nuestras necesidades, o al menos, tener predisposición a dialogar para encontrar soluciones. Incluso ayudas para las empresas que seleccionan personas sordas. Diréis: eso ya existe y es verdad, pero la discapacidad auditiva no es como las demás, ya que somos capaces de todo, igual que una persona oyente, menos oír. Una conoce sus propias limitaciones a la hora de optar por un trabajo, solo necesitamos una sociedad más dada a confiar en nosotros, en darnos una oportunidad más, en buscar soluciones.
¡Saludos a todos!
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Si el mundo laboral es complicado para los oyentes, para los que tienen problemas auditivos o de otra índole aún más. Una triste realidad.
Así es, por desgracia, muy competitivo.