El sordo invisible Primera parte

¡Hola a todos!

Algunas veces me he encontrado alguna situación que me ha resultado muy vergonzante por parte de personas que, aun siendo familia incluso, tratan a sus semejantes de manera condescendiente, pero, en este caso, dando un paso más allá: cuando realmente hacen como si esta persona sorda fuera invisible, directamente. Y siéndolo yo, imaginaros lo que siento.

La imagen que acompaña esta entrada describe un sujeto que parece no ser visible, al menos no del todo, pero que sin embargo, saluda para reivindicar su presencia y su lugar: «Hola, estoy aquí, gracias». Triste, ¿verdad?

Eso fue un día que me encontré a un conocido sordo en un parque, con su madre. Después de saludarnos, hablamos un poco de como nos iba la vida a mi colega y a mí, pero rápidamente caí en la cuenta de que la madre hablaba casi todo el rato en nombre de su hijo, quien, probablemente, también se daría cuenta. Tengo que decir que mi colega se expresa fluidamente pero quizá no con la rapidez con la que acostumbran los oyentes o incluso algunos sordos oralistas como yo. Aun así, la madre parecía tener muchas ganas de hacer de menos a su hijo mientras, de pasada, me hacía de más a mí. Era desagradable, y, evidentemente defendí a mi colega, diciendo cosas como que cada persona es un mundo, que no hay que comparar, que el apoyo de la familia es fundamental -resaltando esto último, en vista a lo que estaba presenciando-, que también es increíble lo que está consiguiendo esta persona, cosas que, de corazón, admiro y por ello remarcaba,… ¿Entendéis a lo que me refiero? Que tu propia madre venda esta imagen de ti… lo siento pero creo que no procede. ¡Ni que se avergonzara realmente de su hijo! Más debería el hijo de la madre…

Una vez en casa, escribí a mi colega para saber si estaba bien, le comenté mis impresiones, y me dijo que estaba acostumbrado. Ello me caló hondo y me pareció tan injusto… le insté a que no lo permitera, que tal vez algun día puede acabar creyéndose que no vale si sigue cediendo o consintiendo que lo traten así. Intenté animarlo como pude para que jamás crea que es «inferior» a mí (sí, inferior, si no lo dijo explícitamente, implícitamente estaba en dos de cada tres frases que decía la madre). En definitiva, solo quería asegurarme de que, independientemente de las razones que pudiera tener su madre, mi comportamiento no le hubiera hecho daño de alguna forma u otra aunque fuera sin querer o de manera inconsciente.

Con todo esto, también quiero decir que estoy segura de que esta madre no tiene ni idea del efecto que puede estar causando esta actitud en su hijo. La ignorancia que todo lo permite. Tal vez mi colega piense, a fuerza de ver esta imagen que tienen de él, que no se ha esforzado lo suficiente, que no estan orgullosos de él, que «mira ella lo bien que habla, y tu que no te enteras de nada» y cosas por el estilo que me chocaban a cada cual más.

Después de despedirme de ellos y no sin escatimar en toda clase de elogios para mi colega por mi parte, y aunque fuera por llevarle la contraria a su madre, comenté esta situación con la persona que me acompañaba, quien también se dio cuenta y sabía de lo que le estaba hablando.

Con esta historia me gustaría exhortar a que, cuando estemos con una persona sorda, no hagamos como si ésta fuera invisible, que no digamos (y menos delante de ella), que pobrecita, que no se qué. Otro día hablaré de situaciones personales relacionadas con esto. Como he dicho en otras entradas, no somos pobrecitos, solo tenemos algunas dificultades -unos más que otros- y, a menudo, éstas pueden tener más que ver con estas actitudes de quienes nos rodean que no con la simple discapacidad, que no nos define.

Y gracias por hacerlo.

¡Un abrazo a todos!

6 respuestas a «El sordo invisible Primera parte»

  1. la majoría d’oïents sentim molt que hagueu de passar per situacions com aquestes. Sovint no ens donem compte i ens ho heu de recordar continuament i això cansa… ho entenc.

  2. Hola Andrea!
    Ho has clavat! I em passa el mateix, inclòs en situació familiar.
    Lo pitjor de tot és vaig sentir totalment invisible en alguns els dinars familiars quan es parlàvem del meu casament!! Pocs mesos abans els vaig llançar una pregunta “Qui és l’afortunat de la Paula?” i em vam responde “Tu!”. “Bravo! Sembla que el nuvi no pinta res de res quan parlem del casament només parleu amb ella”. Zasca! Però no es va solucionar després del casament i va continuar igual amb els temes com de fills i filles.
    Lo pitjor és ets sents invisible inclòs en temes importants.
    Gràcies per escriure i fer eco aquest escrit!!!

    1. Hola Rafel, comentaris com el teu fan que vegi més útil continuar escrivint, així que moltes gràcies! Sembla que per no sentir-hi bé tenen dret a fer-nos de menys… el pitjor és que si se n’adonessin, potser veurien el mal que ens fan «sense voler».
      T’aplaudeixo per reclamar el teu lloc, sé que no és gens fàcil, sobretot quan es tracta de família… hem de ser molt valents i atrevir-nos a fer-nos respectar més. Sense arribar a explotar… que també sé que és probable que ho fem quan ja no podem més. Em sap greu que encara estiguis visquent aquestes situacions, potser explicant com et sents, mica en mica, va canviant la cosa, això espero. És una assignatura pendent que tenim molts…

      Molta força i ànims! Una abraçada de poder!

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