Aprender a convivir porque eres parte de mí...

  1. convivir
  2. Eres parte de mí,
  3. aunque te alejes, volverás,
  4. no puedes deshacerte de mí,
  5. pero tampoco yo de ti,
  6. es todo muy real,
  7. me necesitas pero no yo a ti,
  8. aprendamos a convivir…
  9. Unos días estamos mejor que otros,
  10. ¿de qué dependerá…?
  11. de si funcionan bien, de si me siento bien,
  12. y de si los demás quieren hacer el esfuerzo…
  13. ¿Pero sabes qué?
  14. Al final estamos tu y yo y no nos llevamos tan mal,
  15. se trata de mirarnos con buenos ojos y de poner de nuestra parte,
  16. en realidad no nos queda otra, y de todo salen cosas buenas,
  17. y todas las cosas que solo por eso puedes ver y percibir…
  18. Mudar de piel, cambiar las pilas,
  19. cambiar de modelo… es casi cambiar de vida,
  20. pero la mirada sigue siendo la misma, solo con otros colores
  21. que tienen que aprender a encuadrarse en los nuevos tonos.
  22. Y sacarle el brillo… como encontrar personas bonitas, no lejanas
  23. que te hacen mucho más llevadero el camino.
  24. Aceptar mi sordera y me permita vivir sin dramas.
  25. .
  26. .
  27. .
  28. Y convivir.

¿Vergüenza por los audífonos? ¡Not me!

En esta entrada quiero hablar de la vergüenza que algunas personas pueden tener por llevar y que se vean los audífonos en las orejas. Un día, mirando un anuncio de gafas, pensé que es curioso que siendo las gafas una especie de prótesis (y sino, acordaros que antiguamente no eran tan bonitas como ahora…), no veamos igual el hecho de portar audífonos, y eso que también los hay de colores, con figuritas insertables (infantiles)… ¿No os da que pensar?

¿Por qué creéis que puede ser esto? ¿Es vergonzoso ser sordo/no oír bien y que se vea? En mi caso, nunca he sentido vergüenza por que se me vean o por decirlo. No he querido esconderlos por un tema estético.

Reconozco que alguna vez si me he querido hacer algun peinado, sí que he pensado, «sin los audífonos quedaría mejor», o incluso me los he quitado para ver como me quedaría si no tuviera que llevarlos… pero solo en alguna ocasión en que el peinado es especialmente bonito o vistoso. No era por vergüenza, sino por «estética normativa».

Hablando de esto de los peinados, teniendo en cuenta que cuando eres un niño o una niña son los padres quienes deciden tu ropa, tu peinado y prácticamente tu todo, son los primeros que deberían normalizarlo. De hecho, me cuenta mi madre que le decían que me tapara los audífonos con mi pelo, que los disimulara, y por suerte, porque es una madraza, ella contestaba que no, que al contrario… ¿No creéis que si lo hubiera hecho, me hubiera acomplejado? Da que pensar… porque si hubiera llegado a tener algún complejo en este sentido, me habría frustrado mucho y cansado, porque sería luchar contínuamente contra algo que no se va a ir, que tarde o temprano se iba a ver, quisiera o no. Y así, fácilmente se convertiría en algo parecido a «un punto débil»… y los críos son crueles con esto, «huelen» los puntos débiles, por decirlo así, ya lo sabéis…

Entonces…, ¿es algo malo de lo que esconderse?, ¿es mejor disimularlos, que sean discretos? ¿Tanto puede afectar a la imagen que puedan tener de nosotros mismos? ¿Nos define el llevarlos? ¿Es un tema de aceptación propia, de los demás? ¿Qué es?

Personalmente, creo que tiene que ver con la idea de acercarnos a lo «perfecto», de modo que quien «no lo sea», pueda sentir cierto rechazo de los demás (aunque esté todo en la cabeza y sean realmente inseguridades). A menudo el rechazo está asociado a lo desconocido, es cierto, pero al final, de lo que se trata es del miedo. ¿Miedo a que nos miren diferente? ¿A que no nos traten igual? ¿A que se metan o se rían de nosotros? Esto lo podría comprender, y de hecho lo he vivido (repito, los críos pueden ser muy crueles), pero lo más importante al final es que te aceptes a ti mismo para enseñar a los demás que no es nada malo, al contrario, que gracias a este dispositivo electrónico, podemos oír. Hay que hacer pedagogía, no nos queda otra. «A palabras necias, oídos sordos», y nunca mejor dicho…

No olvidemos que el tener una discapacidad puede acarrear el no tener una buena autoestima, debido a los obstáculos, las inseguridades como comentaba antes, el desconocimiento (nosotros tampoco nacemos enseñados, tenemos que aprender todo sobre la marcha…). Pero sobretodo, no olvidemos que a fin de cuentas, la realidad es que tenemos la suerte de disponer de ellos y gracias a estos audífonos (o implante coclear) podemos manejarnos más o menos bien con nuestro entorno. No hay nada que disimular, nada que esconder y mucho que aprender acerca de los prejuicios absurdos. Al final, es una parte de nosotros, en cierto modo, una extensión de nuestro cuerpo (¿cyborg?). El mensaje que quiero transmitir es, que llevemos o no algun tipo de prótesis visible, no nos tenemos que avergonzar y que si se meten con nosotros, tenemos que aprender a defendernos de una forma no violenta a pesar del daño que nos puedan hacer. O simplemente no hacer caso, «el mejor desprecio es no hacer aprecio». Ya se cansarán, o se avergonzarán ellos cuando se den cuenta de lo absurdo de su proceder. Y les perdonaremos porque habremos superado un prejuicio juntos. Es un aprendizaje mutuo: aprender a aceptarnos y a aceptar a los demás. No es fácil, pero con el tiempo y la experiencia todo llega, creedme.

Sin más, espero que aprendamos a vivir y convivir en armonía con estos dispositivos y esta tecnología que nos facilita la vida y que eduquemos desde el respeto y la aceptación a los niños para que no tengan que sufrir (más, si cabe). Recuerda: nada que esconder, mucho que celebrar.

Un abrazo.

 

Verificado por MonsterInsights