
Bocas blancas superpuestas, sobresalen tanto
obstruyen palabras, ya entresijos, un nuevo canto,
escondidas y protegidas, más bien perdidas
esperando ser comprendidas, requeridas, ya sin encanto.
Rodeada de todas ellas, prisioneras, ajenas
se desvanecen algunas, pierden brillo, se empañan
inconscientes, automáticas, sin ser descubiertas apenas
¿…cómo pretenden liberarse, si sin saber, condenan…?
Abrir una ventana y aferrarse cual fuego en su llama
sin apartar los ojos ahora al conocimiento que se derrama,
que comprende las palabras, ya leídas, ya nítidas…
pues se hizo la luz en la transparencia tan deseada.
Y que bailen sin cesar, liberadas de su telar
sin barreras ni fronteras, artífices en su nueva libertad
que disfruten de su vuelo, tal es su voluntad
no pueden ser encerradas, no es su sino, es accesibilidad.
Si una persona os dice que no os entiende por la mascarilla (tradicional) puesta, considerad que sea una persona sorda. En tal caso basta con la distancia de seguridad para apartar la máscara sin riesgo y permitir que esta persona os pueda leer los labios para entenderos.
Gracias, pequeños gestos pueden ser liberadores.